
Lanzado hace ahora 55 años, el Alfa Romeo Montreal nace de dos prototipos presentados en la Exposición Universal de 1967 en la ciudad canadiense, que fueron recibidos con tal entusiasmo por el público que se le dio el nombre de Montreal a un modelo de producción basado en ellos.
Diseñados por un jovencísimo Marcello Gandini para Bertone, los concept llamaron la atención por sus líneas agresivas y por elementos como sus distintivas “cejas” sobre los faros delanteros, que se abren al encender las luces y que se mantuvieron en el automóvil de serie.
En el apartado mecánico, el Alfa Romeo Montreal “de calle” incorporaba un motor derivado del Alfa Romeo 33 de competición, llevado a 2.5 litros y 200 CV por los ingenieros Oracio Satta y Giuseppe Busso, que combina alma de competición con refinamiento de carretera.
La Exposición Universal de 1967 en Montreal fue todo un acontecimiento. No sólo se celebraba el centenario de la Confederación Canadiense, sino que las autoridades locales, encabezadas por el alcalde Jean Drapeau, decidieron tirar la casa por la ventana: construyeron una red de metro con estación en el recinto de la Expo 67 y crearon una extensa isla artificial en medio del río San Lorenzo, la Isla Notre-Dame, que hoy alberga el circuito Gilles Villeneuve de Formula 1. En plena Guerra Fría, las grandes potencias convirtieron la muestra en todo un escaparate de sus proezas técnicas, como sus logros en la carrera espacial o la espectacularidad en su arquitectura de vanguardia, con el uso de materiales y formas nunca vistos.
Situado a la entrada de la Expo, el pabellón temático del “Hombre Productor” presentaba adelantos tecnológicos relacionados con esa faceta del ser humano. Los organizadores de la exposición pensaron en el prestigio de Alfa Romeo para encargarle unos vehículos que reflejaran “la mayor aspiración del hombre moderno en un automóvil”. El resultado fueron dos prototipos sin nombre que causaron sensación. Recibieron más de 50.000 visitas diarias y la sede de la marca en Turín recibió miles de cartas preguntando si ese deportivo tan espectacular iba a comercializarse algún día.
No estaba previsto, pero este éxito de público hizo cambiar de idea a los altos mandos de la marca, que dieron luz verde a un modelo de serie basado en estos concept-cars. El proyecto tomó el nombre que se había extendido popularmente para designar al prototipo: el Alfa Romeo Montreal.
Los vehículos presentados en la Isla Notre-Dame fueron diseñados por Marcello Gandini para Bertone y destacaron desde su aparición por unas líneas agresivas y perfil bajo que transmiten movimiento incluso detenido. Su rasgo más reconocible son las “cejas” sobre los faros delanteros: una solución estética y funcional que se integra en la silueta y que, al encender las luces, se abre para revelar la cautivadora mirada nocturna de este vehículo. Los volúmenes musculosos, las tomas de aire cuidadas, las llamativas “branquias” en el pilar C y las proporciones del techo y del motor trasero, que podía verse a través de un portón trasparente, lo convierten en una referencia de diseño italiano de su época.
Para llevar al Montreal a la carretera, Alfa Romeo trabajó sobre la base mecánica del Alfa Romeo 33 de competición, además de recurrir al chasis del Giulia GTV. Bajo la dirección técnica de Oracio Satta y Giuseppe Busso, el motor fue desarrollado hasta alcanzar 2.5 litros y 200 CV, ofreciendo una respuesta vibrante y una entrega de potencia acorde con su estética deportiva, además de un rugido inconfundible. Tanto el chasis como la puesta a punto conservaron la filosofía dinámica de la marca: manejo ágil, direcciones precisas y una sensación de conexión entre piloto y máquina.
En total, se fabricaron 3900 unidades de este “muscle car” a la italiana, que sigue siendo sinónimo de deportividad, elegancia, exclusividad y espíritu “gran turismo”.
